sábado, 21 de abril de 2007

Muerte obscena


En la patagonia argentina, en Puerto Madryn, una trabajadora del sexo de 22 años murió contaminada por inyecciones de lubricantes para aviones que le aplicaban para aumentar el tamaño de sus tetas, porque quería atraer a más clientes.

Su abuelita la abrazó antes de que la encerraran en la caja.

Se distingue lo real de la ficción?

viernes, 20 de abril de 2007


A quien le interese la vida de Glenn Gould, es buena noticia la publicación de dos nuevos libros: Vida y arte de Glenn Gould, escrita por Kevin Bazzana y publicada por Turner, y Conversaciones con Glenn Gloud, de Jonathan Cott, editado por Global Rythm.


En este artículo de Babelia, en El País, titulado El enigma de un pianista revolucionario, se puede obtener más información sobre este artista que adoptaba una postura rarísima frente al piano, "flexionado como un feto en el útero materno, sobre una silla de madera paticorta (construida para él por su padre) que dejaba su nariz a ras del teclado".

Los blues de Sonny



"(...)el que crea la música está oyendo algo más,

está viéndoselas con el estruendo que se eleva del vacío

e imponiendo orden en él en cuanto alcanza el aire.

Lo que se evoca en él es,

por tanto, de otra índole,

más terrible porque carece de palabras,

y al mismo tiempo triunfal, por esa misma razón".



Fragmento del cuento "Los blues de Sonny". James Baldwin.
(1924.1987) Nació en Harlem, el gueto negro de Nueva York. Los Blues de Sonny, escrito en 1957, fue recogido en el volumen Going to Meet the Man, en 1965.










"Yo creo que desde muy pequeño mi desdicha y mi dicha al mismo tiempo fue el no
aceptar las cosas como dadas. A mí no me bastaba con que me dijeran que eso era
una mesa, o que la palabra "madre" era la palabra "madre" y ahí se acaba todo.
Al contrario, en el objeto mesa y en la palabra madre empezaba para mi un itinerario
misterioso que a veces llegaba a franquear y en el que a veces me estrellaba."

viernes, 13 de abril de 2007

Los lados de la ventana


"[...] es bien verdad que Dios elige a sus favoritos, locos, tarados, excesivos"
(José Saramago, Memorial dcl convento)*

Por fuera, gaviotas que chillan.
Viento.
Bocinas de barcos: un sentido provisorio.

Por dentro, oscuridad y lodo.
Gritos y formas difusas
en el vacío.
Lágrimas desaladas
y la cama al filo de la navaja.

Ensayo que este piso es el más alto del fin del mundo.
No me queda mucho tiempo.
Otra vez la sirena. Más allá la niebla.

Obediencia Debida




"Juez: ¡Acusado Stark! ¿Por cuántas personas estaban formados los grupos que llevaba usted a la muerte?
Acusado 12: Alrededor de 150 a 200 personas.
Juez: ¿Había entre ellos mujeres y niños?
Acusado 12: Sí. Detenían a clanes completos.
Juez: ¿Nunca le asaltaron dudas sobre la culpabilidad de esas mujeres y de esos niños?
Acusado 12: Se nos había dicho que participaban en el envenenamiento de las aguas, en la voladura de los puentes y en otros actos de sabotaje.
Fiscal: ¿Qué razón se les dio para el fusilamiento de los prisioneros de guerra?
Acusado 12: Se trataba de aniquilar una ideología. Con su fanática actitud política, estos prisioneros amenazaban la seguridad del campo de concentración.
Fiscal: ¿No se negó usted nunca a tomar parte en los fusilamientos?
Acusado 12: Era una orden. Tenía que actuar como soldado.
Juez: ¡Acusado Stark! Cuando usted realizó sus estudios ¿no le asaltó nunca duda alguna sobre este tipo de actos?
Acusado 12: Señor Presidente, quiero aclararlo de una vez por todas: Ya desde la escuela elemental una de cada tres palabras que se nos decía, hablaba de que ellos tenían la culpa de todo y de que debían ser eliminados. Se nos inculcó repetidamente que esto era lo mejor para nuestra nación. En la Escuela de Oficiales aprendimos, ante todo, a aceptarlo todo en silencio. Cuando, a pesar de todo, alguien preguntaba algo, se le decía: «Todo lo que se hace está dentro de la ley». De nada nos sirve, pues, que las leyes hayan cambiado. Se nos dijo: «Tenéis que aprender; la escuela es más importante que el pan de cada día». Señor Presidente, nos impedían pensar; otros lo hacían por nosotros. (Risa del acusado a modo de confirmación de lo dicho). "
Peter Weiss
El sumario (fragmento)



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